Si hay un tema que me apasiona es el de la fermentación. Y si hay un proceso de fermentación que se ha vuelto parte de mi, es el de la kombucha.
Realmente conozco muy poco del arte absoluto de la fermentación en su infinito abanico de posibilidades, sin embargo, como todo proceso cuyo núcleo es real, una vez que conoces a fondo la esencia de una parte, entras en contacto con la esencia del todo.
El arte de la fermentación en la vida culinaria me habla a gritos del punto más puro de la vida natural del ser humano y su relación sagrada, armónica, sinérgica, simbiótica, cooperativa, comunitaria y respetuosa con todo lo que le rodea.
Un amante de la fermentación, escritor de un libro intitulado “Fermentación como metáfora”, habla de ella como “una fuerza de cambio lenta, gentil, constante e imparable”. Y nuestro maestro, se refiere a ella como un proceso que “extrae la esencia” de cualquiera de sus componentes.
Cuando un fruto de la naturaleza es puesto en contacto con el calor del fuego, hay mucho de sus propiedades que muere en el proceso. Del mismo modo, en la vida del ser humano, la idea del fuego infernal no es otra cosa que el proceso inevitable de purificación y transformación de todo ser condicional (identificado con un cuerpo separado del todo) cuando es atravesado de forma inconsciente. El fuego en ese caso es rojo, parece quemar y matar para generar cambio.
Por otro lado la fermentación culinaria es algo así como un fuego azul, es un proceso de transformación de alimentos que los hace comestibles y digeribles sin eliminar nada en el proceso sino, por el contrario, añadiendo una gama exponencial de beneficios para el organismo que los consume. Comida fermentada es comida Viva, Vibrante, Extática.
Del mismo modo, el “proceso trascendental” que se lleva a cabo en nuestro Templo, a través de la Gracia de Dios y Gurú, es un proceso consciente de transformación en el cual la identificación con el cuerpo (karma) es “procesada” y la energía atrapada en la contracción del cuerpo es sublimada en su esencia a través del fuego de Espíritu. No es un proceso de muerte sino de resurrección. Los cuerpos no son quemados sino “fermentados” hasta alcanzar su esencia como Espíritu.
La kombucha es un proceso en el cual un SCOBY (Cultura Simbiótica de Bacteria y Levadura) transforma te negro y azúcar, en una deliciosa bebida burbujeante, llena de posibilidades. Luego de una primera fermentación, la posibilidad de una segunda fermentación promete un juego en el que puedes crear infinidad de sabores añadiendo frutas, raíces, o cualquier comestible que puedas imaginar.
Cómo apareció el primer SCOBY es un misterio casi Divino y, como Madre, se reproduce continuamente, generando un impulso incontenible de compartir con otros la posibilidad de crear sus propias bebidas llenas de Vida y Amor. Cada gota del líquido es un néctar que contiene en sí la madre y la esencia que le hizo lo que es. Si dejas una kombucha descansando por el tiempo suficiente, eventualmente generará otro SCOBY que puedes usar para iniciar el proceso en cualquier te negro con azúcar.
En una época en donde el sistema social y económico decadente que hemos generado toma todo lo real para substituirlo por una alternativa falsa o sintética (como las sodas casi venenosas que nos venden en todos lados), la kombucha es una bocanada de aire fresco que me permite recordar la pureza del ser humano en su Corazón Real.
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